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Narrativa
Poesia italiana
Poesia in lingua
Questa rubrica è aperta a
chiunque voglia inviare testi poetici, in una
lingua diversa dall'italiano, purché rispettino i
più elementari principi morali e di decenza...
poesie in lingua
napoletana e
pisana
La bacheca degli annunci
assurdi
Una nuova rubrica tra
l'aforistico, il poetico e l'umorismo..
Di Rossana D'Angelo
Recensioni
Non tutti i dubbi sono di
plastica di Angelo Zabaglio
Un criceto al computer di
Lenio Vallati -
recensione di Massimo Acciai
Ojstro ("Il Tafano") di
Ethel Lilian
Voynich - recensione di Vladimir OKC
La leggenda dei pesci bambini di
Francesco Bova
Atomico Dandy di Piersandro Pallavicini -
recensione di Enrico Pietrangeli
Dovere d'allegria di
Giulio Bogani -
recensione di Lorenzo Carpentiero
La catena non si spezza di
Franco Santamaria
Interviste
Intervista ad Andrea
Moneti (autore di "1527")
di Massimo Acciai
Convegni
I Balcani e l'Europa:
l'uomo senza confine
di Marco Bazzato
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"La una y mil noches"
(un cuento sobre bagdad)
de Alejandro César Alvarez
Alla Desde las copas de los árboles los
pájaros sacuden su vigilia en direcciones contrarias.
En el mar se confunde el canto de sirenas con el grito de las
bestias al parir sus desgarros.
Abajo, una pequeña casa sin patios ni jardines va acumulando sus
ropas sucias con una sed desesperante.
Rash parece enloquecer ladrando al cielo sin saber qué ocurre,
recostándose exhausto a un costado de la cama, jadeante de
cansancio.
Entonces, se abrieron los fuegos.
Los hombres gritan y las mujeres lloran. Todo es confusión y
terror.
Por un instante ya no hay más cantos, ni sirenas, ni nada. Rompe
el estruendo. Los niños abrazan los vientres exclamando: "Mamá!"
Es ahora cuando las mujeres gritan y son los hombres los que
lloran. La naturaleza parece añorar su cordura.
Un olor penetrante e irreconocible ingresa por las pequeñas
ventanas de madera.
Los ojos oscuros y rasgados de una mujer improvisan un cuento en
el que los ángeles se enojan y pelean porque alguien se portó
mal.
Todas las noches se repiten idénticas. Un desquicio de una y mil
noches.
Viejas imágenes en forma de hongos se elevan hacia los infiernos,
desde lo más negro e inflamable de los pensamientos humanos.
Por fin y con un gran esfuerzo, amanece.
Nahyra tiene siete años. Sus únicos juguetes son una muñeca
hecha de trapo y papel, además de un pequeño castillito de arena
junto a la puerta del fondo, al que cuida celosamente porque
dice que ahí vive el alma de su papá.
El día transcurre recogiendo los restos de lo que falta. La
puerta de la casa se abre y se cierra hasta el cansancio
reconociendo y reconociéndose en el rostro desesperado de los
vecinos.
Al caer la tarde Nahyra toma su muñeca y comienza a rezar junto
a su familia, en tanto Rash observa inquieto todo aquello que se
mueva un poco más allá del techo de la casa.
Ya es tarde y los presuntos ángeles nuevamente se enojan.
Vuelven las sirenas.
En un instante, la luz lo abarca todo. El brillo sobre la casa
se hace cada vez más incandescente y el ruido ensordecedor.
Aquellos ojos rasgados abrazan todo lo que pueden. Nahyra se
ciñe a su muñeca como único refugio y la palabra Dios resuena en
todos los idiomas. Rash con el rabo escondido busca cobijo en
las polleras de su dueña.
El castillo y las arenas vuelan por los aires y con todas las
almas. Ya no hay más puertas, ya no hay más fondo, ya no hay
atrás. Sólo trapo y papel emanando humo, aferrados por un par de
pequeñas manos inocentes.
Entre tanto en otro lugar de la ciudad, un olor penetrante e
irreconocible ingresa por las pequeñas ventanas de madera. Allí
vive Ahmed, que con sus escasos cinco años, comienza la noche
rezando junto a los ojos oscuros y rasgados de su madre.
Muy cerca de él hay una pelota de goma con la que mañana, antes
de partir hacia la escuela, anhela jugar por un rato con su
gatito.
Aunque interrumpiéndolo todo, el resplandor del amanecer hoy
parece haberse anticipado varias horas, más feroz y vertiginoso
que nunca, precipitándose definitiva y rabiosamente esta noche
sobre su casa.
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